¡Feliz jueves de otoño! Se acaba el 2024 y esperamos con ilusión los nuevos bríos del próximo año.
Te invito a escribir con un poco de melancolía, buscando un texto sensorial y que incluya la palabra aire.
Aquí va mi ejercicio
La madrugada me lleva a tu recuerdo. Tu nombre es una herida que no logro callar. Vibra mi almohada y dibuja tu pecho, ahí, donde ardíamos.
No hay más soledad que la que llevo dentro.
Afuera la luna ronronea a los fantasmas como yo. Huele a lluvia y a sal como tu piel después de amarme. ¿Te acuerdas? Recuerdas cuando éramos un cíclope. Mordíamos las ganas disfrazadas de palabras. Los cuerpos como brújulas que apuntaban al vacío.
La noche es un desierto negro. Un eclipse muerto. Y yo, vacía. Nosotros una estrella muerta. Una rabia lejana, casi cósmica. Recuerdo cuando era un todo que fermentaba tu deseo. ¿Te acuerdas cuando fui aire?
El piso es cada vez más transparente.
¿De qué color es el abismo?
Quiero flotar.
Aún no amanece. Los pájaros disfrutan mi insomnio. Las dudas parecen una caverna de coyotes hambrientos. Mis manos, esas que una vez ardieron, son un enjambre de cenizas, un zumbido incesante, una historia desgarrada.
Soy tan solo un eco.
(hasta ahorita esto es un ejercicio de monólogo interior, le daré tiempo, quizás surja un buen poema de aquí)