César Vallejo

por | Mar 17, 2025

César Vallejo es uno de los poetas más reconocidos del mundo. Su innovador estilo rompe con la tradición y lleva a la poesía peruana al siglo XX.  Su obra sienta las bases del modernismo poético que provoca una renovación del lenguaje.  Sus obras más conocidas son “Los Heraldos negros “ y “Trilce”.

Te compartimos algunos de sus poemas

 

Amor prohibido

Subes centelleante de labios y de ojeras!

Por tus venas subo, como un can herido

que busca el refugio de blandas aceras.

Amor, en el mundo tú eres un pecado!

Mi beso en la punta chispeante del cuerno

del diablo; mi beso que es credo sagrado!

Espíritu en el horópter que pasa

¡puro en su blasfemia!

¡el corazón que engendra al cerebro!

que pasa hacia el tuyo, por mi barro triste.

¡Platónico estambre

que existe en el cáliz donde tu alma existe!

¿Algún penitente silencio siniestro?

¿Tú acaso lo escuchas? Inocente flor!

… Y saber que donde no hay un Padrenuestro,

el Amor es un Cristo pecador!


 

El poeta a su amada

Amada, en esta noche tú te has crucificado

sobre los dos maderos curvados de mi beso;

y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,

y que hay un viernes santo más dulce que ese beso.

En esta noche clara que tanto me has mirado,

la Muerte ha estado alegre y ha cantado en su hueso.

En esta noche de setiembre se ha oficiado

mi segunda caída y el más humano beso.

Amada, moriremos los dos juntos, muy juntos;

se irá secando a pausas nuestra excelsa amargura;

y habrán tocado a sombra nuestros labios difuntos.

Y ya no habrá reproches en tus ojos benditos;

ni volveré a ofenderte. Y en una sepultura

los dos nos dormiremos, como dos hermanitos.

Amada: no has querido plasmarte jamás

como lo ha pensado mi divino amor.

Quédate en la hostia,

ciega e impalpable,

como existe Dios.

Si he cantado mucho, he llorado más

por ti ¡oh mi parábola excelsa de amor!

Quédate en el seso,

y en el mito inmenso

de mi corazón!

Es la fe, la fragua donde yo quemé

el terroso hierro de tanta mujer;

y en un yunque impío te quise pulir.

Quédate en la eterna

nebulosa, ahí,

en la multicencia de un dulce no ser.

Y si no has querido plasmarte jamás

en mi metafísica emoción de amor,

deja que me azote,

como un pecador.

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