Eugenio de Andrade (1923-2005) es uno de los grandes poetas portugueses. En su poemas podrás encontrar el ritmo del agua y del silencio. La naturaleza que suaviza la luz, los zapatos de la lluvia. Su poesía construye a partir del eje cotidiano la mirada de la fantasía y ilusión. Para Andrade la poesía es una forma de dialogar con sus amigos, fruto de los arrullos y la oralidad que lo inicia en el campo de la escritura, así como en la vida sencilla y apacible de sus orígenes.
Te compartimos tres bellísimos poemas de Eugenio de Andrade.
El amor
Estoy amándote como el frío
corta los labios.
Arrancando la raíz
a lo más diminuto de tus ríos.
Inundándote de dagas
de saliva esperma lumbre.
Estoy rodeado de agujas
tu boca más vulnerable.
Marcando en tus costados
el itinerario de la espuma.
Así es el amor: mortal y navegable.
Versión de Alberto Ruy Sánchez
La sal de la lengua
Escucha, escucha; aún tengo
algo que decirte.
No es importante, lo sé, no va
a salvar el mundo, no cambiará
la vida de nadie –¿pero quién
es hoy capaz de salvar el mundo
o de cambiar tan sólo el sentido
de la vida de alguien?
Escúchame, no te entretengo.
Es poca cosa, como la llovizna
que llega lentamente.
Son tres, cuatro palabras, poco
más. Palabras que te quiero confiar.
Para que no se apague su lumbre,
su lumbre breve.
Palabras que he amado mucho,
que acaso ame todavía.
Ellas son la casa, la sal de la lengua.
Traducción de Ángel Campos Pámpano.
Casi Nada
El amor
es un ave temblando
en las manos de un niño.
Se sirve de palabras
porque ignora
que las mañanas más limpias
no tienen voz.
















