Piedad Bonnett

Laberinto Condenada a ser sombra de tu sombra, a soñar con tu nombre en cada madrugada. Por la ventana abierta un olor errabundo de vida, -¿y tú en que calle?- un temblor en la luz, el llanto de algún niño. Y tus ojos cerrados, o tus ojos abiertos como dos...