Amparo Dávila

por | Jun 8, 2021

Amparo Dávila (1928-2020) escritora mexicana. Dotada de un imaginario que transforma lo cotidiano en lo insólito y fuera de lugar. Su poesía tiene elementos repetitivos, la noche, el cuerpo que adquiere cualidades intangibles y la ruptura. Aquí te compartimos una breve selección.


SIEMPRE LA NOCHE

1

Gotea la noche
-amarga soledad-,
lentas espigas
transitan en el viento
y un pájaro sin voz
picotea las gotas

2

Vestida de líquidos puñales
la sombra aguarda, acecha,
bajo las frondas.

en el río, alguien canta.

3

La noche se desploma
sobre el lago.

Gime un silencio deshabitado.

Aquí dentro,
algo se ha roto.

Este cuerpo que grita
y no se escucha
que se abisma
para salir huyendo
cuerpo sin luz
en sí cerrado

Muerta la tarde
la noche nuevamente
sorda
cerrada
al huir me estrello
en la pared del cuerpo

Ni un solo pájaro
en la noche
ni nada que nos retoñe
el cuerpo olvidó su rostro
su sombra
su recuerdo

Cuerpo sin cuerpo
sombra sin sombra
desprendido de ti
solo cuerpo sin luz
oscuro grito ciego

Tu cuerpo fue el sueño
que albergó mi cuerpo


DECIR TU AUSENCIA

I

Aquí, donde comienza tu ausencia,
en este litoral del olvido
donde una esperanza se consume,

Estoy como molino sin aspas;
como barco sin velas,

Soy el eco de otros gritos;
amarga sal concentrada de otros llantos,

Me circunda un horizonte de ruinas;
Me acecha una noche sin luna y sin estrellas.

II

Podría decir: la ausencia
es una lenta presencia, o bien,
la ausencia es florecer bajo la sombra;

Coger el aire buscando la forma anhelada
y encontrar tan sólo la imagen de sí mismo.

III

Pero, decir tu ausencia
es gritar sin voces, a solas,
dentro de mí,
caminar sin ojos, a oscuras,
en una playa muerta;
ver pasar los días
desde la ventana más triste de la niebla,
oír la lluvia caer
y sentir frío y miedo y soledad


TRÁNSITO DEL OLVIDO

Pensé que el olvido venía
al abrirse la rosa negra,
cuando el ángel sombrío inicia
nocturna marcha
de ceniza y llanto.

Pero no, el olvido llega
desafinando la hora
en la vigilia de los relojes
y a lo largo del sueño de la estatua;
en el minuto verde de la yerba,
a la hora inaudita
del durazno y del higo
y en la mutilada estepa de las nieves.

La hoz del tiempo
mutila lentamente vigilia y sueño,
desenterrando ignoradas islas
y ocultas sementeras
hasta lograr que un día
El hombre se descubra
sumergida en la niebla, sin memoria,
sin tallos y sin flores,
con sus raíces transplantadas
en una tierra extraña
donde los pájaros, los peces
y el agua misma
tiene otro nombre
y otro significado.

Después, la voz de ayer
se sorprende, a la orilla de un crepúsculo
de corales ardientes,
con los cristales del día futuro
quebrados en las manos.

Encontrarse así,
entre líquidos muros,
como isla encarcelada
sin promesas de fuego
sentenciado a la sal y la ceniza.

Entonces el hombre sabe
que sólo tiene por futuro
fríos cadáveres de astros
y sueños rotos.
transido de pasado ha de vivir
la muerte del propio olvido.

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