Federico García Lorca

por | Ago 18, 2021

Federico García Lorca, (Granada 1898-1936) poeta, dramaturgo español. Parte de la generación del 27. Su poesía temprana habla de la música y del campo, evocando imágenes, ambientes e impecables descripciones, poco a poco su obra se torna al corazón, el tema del deseo, la muerte, la identidad y el proceso del milagro que conlleva la creación artística.

Te compartimos algunos poemas de García Lorca.

Alba

Mi corazón oprimido 
Siente junto a la alborada 
El dolor de sus amores 
Y el sueño de las distancias. 
La luz de la aurora lleva 
Semilleros de nostalgias 
Y la tristeza sin ojos 
De la médula del alma. 
La gran tumba de la noche 
Su negro velo levanta 
Para ocultar con el día 
La inmensa cumbre estrellada. 

¡Qué haré yo sobre estos campos 
Cogiendo nidos y ramas 
Rodeado de la aurora 
Y llena de noche el alma! 
¡Qué haré si tienes tus ojos 
Muertos a las luces claras 
Y no ha de sentir mi carne 
El calor de tus miradas! 
¿Por qué te perdí por siempre 
En aquella tarde clara? 
Hoy mi pecho está reseco 
Como una estrella apagada.


Cuerpo presente

La piedra es una frente donde los sueños gimen 
sin tener agua curva ni cipreses helados, 
La piedra es una espalda para llevar al tiempo 
con árboles de lágrimas y cintas y planetas. 

Yo he visto lluvias grises hacia las olas 
levantando sus tiernos brazos acribillados, 
para no ser cazadas por la piedra tendida 
que desata sus miembros sin empapar la sangre. 

Porque la piedra coge simientes y nublados, 
esqueletos de alondras y lobos de penumbra; 
pero no da sonidos, ni cristales, ni fuego, 
sino plazas y plazas y otras plazas sin muros. 

Ya está sobre la piedra Ignacio el bien nacido. 
Ya se acabó; ¿que pasa? Contemplad su figura: 
la muerte le ha cubierto de pálidos azufres 
y le ha puesto cabeza de oscuro minotauro. 

Ya se acabó. La lluvia penetra por su boca. 
El aire como loco deja su pecho hundido, 
y el Amor, empapado con lágrimas de nieve, 
se calienta en la cumbre de las ganaderías. 

¿Qué dicen? Un silencio con hedores reposa. 
Estamos con un cuerpo presente que se esfuma, 
con una forma clara que tuvo ruiseñores 
y la vemos llenarse de agujeros sin fondo. 

¿Quién arruga el sudario? ¡No es verdad lo que dice! 
Aquí no canta nadie, ni llora en el rincón, 
ni pica las espuelas, ni espanta la serpiente: 
aquí no quiero más que los ojos redondos 
para ver ese cuerpo sin posible descanso. 

Yo quiero ver aquí los hombres de voz dura. 
Los que doman caballos y dominan los ríos: 
los hombres que les suena el esqueleto y cantan 
con una boca llena de sol y pedernales. 

Aquí quiero yo verlos. Delante de la piedra. 
Delante de este cuerpo con las riendas quebradas. 
Yo quiero que me enseñen donde está la salida 
para este capitán atado por la muerte. 

Yo quiero que me enseñen un llanto como un río 
que tenga dulces nieblas y profundas orillas, 
para llevar el cuerpo de Ignacio y que se pierda 
sin escuchar el doble resuello de los toros. 

Que se pierda en la plaza redonda de la luna 
que finge cuando niña doliente res inmóvil; 
que se pierda en la noche sin canto de los peces 
y en la maleza blanca del humo congelado. 

No quiero que le tapen la cara con pañuelos 
para que se acostumbre con la muerte que lleva. 
Vete Ignacio: No sientas el caliente bramido. 
Duerme, vuela, reposa: ¡También se muere el mar!


Es verdad

¡Ay qué trabajo me cuesta 
quererte como te quiero! 

Por tu amor me duele el aire, 
el corazón 
y el sombrero. 

¿Quién me compraría a mí 
este cintillo que tengo 
y esta tristeza de hilo 
blanco, para hacer pañuelos? 

¡Ay qué trabajo me cuesta 
quererte como te quiero!


Si mis manos pudieran deshojar

Yo pronuncio tu nombre 
En las noches oscuras 
Cuando vienen los astros 
A beber en la luna 
Y duermen los ramajes 
De las frondas ocultas. 
Y yo me siento hueco 
De pasión y de música. 
Loco reloj que canta 
Muertas horas antiguas. 

Yo pronuncio tu nombre, 
En esta noche oscura, 
Y tu nombre me suena 
Más lejano que nunca. 
Más lejano que todas las estrellas 
Y más doliente que la mansa lluvia. 

¿Te querré como entonces 
Alguna vez? ¿Qué culpa 
Tiene mi corazón? 
Si la niebla se esfuma 
¿Qué otra pasión me espera? 
¿Será tranquila y pura? 
¡¡Si mis dedos pudieran 
Deshojar a la luna!!

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