El 27 de enero se conmemora la liberación en 1945 por las tropas soviéticas del campo de concentración y exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau. Cada año, el 27 de enero se rinde tributo a las víctimas del Holocausto, un esfuerzo por recordar la vida y los nombres de niños, mujeres y hombres que perecieron en la Shoá.
The Song of Names, La canción de los nombres olvidados en su traducción al español. No es una película sobre el holocausto; es una historia sobre la importancia de la memoria, la celebración de la vida y la honra a tu linaje. La película comienza en Londres con la brillante y conmovedora interpretación del violín por Dovidl Rapoport, un chico judío de origen polaco. El chico sabe de su talento y reta a su futuro maestro. Polonia está a punto de ser invadida por Hitler y la única oportunidad para Dovidl de continuar en la música es quedarse en Londres con una familia de acogida. Es la última vez que ve a su padre.
Dovidl llega a casa de la familia Simmonds donde conoce a Martin, quien en poco tiempo se convierte en su mejor amigo y hermano. La guerra sigue su curso y es imposible localizar a la familia Rapoport. Los chicos crecen en complicidad y entusiasmo llegando el primer gran concierto internacional de Dovid, considerado un prodigio de tan solo 21 años; sin embargo, algo ocurre y desaparece. La familia Simmonds queda devastada ante la incertudimbre del paradero del chico y la ruina económica. 35 años después, Martin sigue buscando a su hermano perdido y por fin, encuentra una pista sobre su destino.
La cinta está basada en la novela de Norman Lebrecht, publicada en el 2002.
Howard Shore es el creador de una espectacular banda sonora que funciona como el hilo conductor de la trama. Shore es ganador del Oscar a mejor música original por la trilogía del Señor de los Anillos.
La historia nos permite ser testigos de las tradiciones judías a través de los ojos de Martin, interpretado en su etapa adulta por el maravilloso Tim Roth, tengo que reconocer que aquí no arroja su mejor trabajo interpretativo.
El pueblo judío es un pueblo de memoria. Su historia, tradiciones, su compromiso a honrar la vida, queda reflejado en las decisiones de Dovidl, bajo la piel de Clive Owen.
Una de las mejores secuencias es el rezo del Kadish, la plegaria judía a los difuntos. La música y la fotografía de esas escenas no solo resultan conmovedoras sino también llenas de ese sentido de complicidad y unión ante las vidas arrancadas.
François Girard dirige esta cinta con gran delicadeza; explora a través de la música el significado de la amistad, la familia, la perdida y el sentido de la comunidad. Hay aspectos que faltó desarrollar a nivel narrativo como las historias secundarias que pudieron dar un buen giro a la historia y que solo se mencionan y quedan un tanto abiertas; así como los sentimientos de ambos niños en su paso a la madurez.
The song of the Names es una buena película, con un bellísima música y una historia que nos plantea una realidad que pocas veces cuestionamos: ¿Quién rezará por nosotros?
Año: 2019
Título original: The Song of Names
País: Canadá
Duración: 113 minutos
Género: Drama
Estudios: Serendipity Point Films, Feel Films
Distribuidora: Filmax
Calificación: Todos los públicos