¡Llegó Mayo! ¿Listo para escribir? Para esta semana te propongo escribir un texto con una moraleja. Recuerda utilizar la estructura clásica: Inicio (se presentan los personajes y el contexto o lugar donde ocurre la historia) el desarrollo (dónde llega el momento más importante o decisivo de la historia) y el final (el cierre del relato, la resolución). Esta estructura te ayuda a balancear tu historia e ir sumando acciones narrativas para dar fluidez y emoción al texto.
La moraleja puede estar explícita o implícita. Es decir hacer un apunte final con la moraleja o dejarla abierta para el lector.
Para esta ocasión opté por un cuento infantil de estructura clásica, con un poco de diálogo, una moraleja evidente y un narrador en tercera persona.
Te comparto mi ejercicio
Julián y el Dragón
El sábado por la mañana era día de mercado. El pueblo entero salía a la plaza a montar su puesto. Encontrabas de todo, el tradicional chocolate caliente monjitas, pastelitos de elote, artesanías multicolores, juguetes y mucho más. Para Julián era un día especial, se celebraba su cumpleaños y podría escoger su esperado regalo. Después de todo cumplir ocho años es importante.
—Mamá, quiero el pastel más grande. ¡Oh mejor el juguete más ruidoso de todos! ¡Mamá, mejor cómprame dos regalos!
—Julián, ya hablamos de eso. Un solo regalo y debes escoger bien.
—¡Quiero algo inolvidable y que me dure toda la vida! ¡Mamá, eso es lo que quiero!
El último puesto del mercado fue ocupado por un forajido, un hombre viejo con un elegante sombrero de copa y una corbata de moño morada. Era un globero. El hombre transformaba los globos en criaturas fantásticas, por aquí un perrito rojo, una espada azul, una flor de pétalos naranja y un dragón verde con garras blancas.
—¡El dragón! ¡El dragón es el mejor regalo! ¡Es perfecto! ¡Nadie tendrá un dragón como el mío! Eso es lo que quiero. Seré la envidia de todos.
—Julián, pero qué pasa con el pastel o con los patines que hacen ruido al andar.
Estaba decidido quería el globo. Julián y su magnífico dragón cruzaron el mercado llamando la atención de todos los niños.
—¡Enséñame tu dragón!
—¿Puedo tocarlo? ¿Me lo prestas?
—¡No! ¡No! y ¡No! Este dragón es solo mío.
Al llegar a su casa solo se escuchó un ¡PUM! El dragón verde se rompió con los rosales del jardín.
¿Qué paso después? Me quede con ganas de que continuara el cuento.
Le podríamos agregar:
El niño lloro, lloro, se sintió muy desgraciado, y un nuevo trauma agrego a su vida, nunca jamás volvería a…
Gracias por escribir, Deme. Me gusta tu idea. Un abrazo.