Llegó el jueves y es tiempo de escribir. Esta vez quiero invitarte a explorar el poder de la imagen y el texto. La textovisualidad nos permite diferentes rangos de comunicación al tejer nuevas posibilidades entre la imagen y la palabra escrita. Recordemos que cada texto es también una imagen. Sí, cada texto es una imagen. Reflexionemos un poco, cada palabra tiene una forma gráfica que puede plasmarse a través de tinta líquida en una hoja de papel o bien en tinta digital a través de los diferentes soportes como el celular, el ordenador, redes sociales, etc.
Jugar con imágenes y texto estimula la creatividad y el impacto lector, por ejemplo, los memes, tienen un fin de entretenimiento con un estilo ácido y juguetón. También podemos abordar la poesía visual, el collage, los recursos transmedia, etc. Esta semana el reto consiste en tomar alguna fotografía de tu propia galería y enriquecerla con texto, quizás puedas hacer un meme, un sticker o algún otro resultado innovador.
Te comparto mi ejercicio
La diosa rota
Coatlicues modernas
tropiezan entre la infancia y la pubertad
con el vestido roto
y la piel erizada de miedo.
Ojos perversos las capturan.
Secuestradas por el hambre de piel
carroñeros de esperanza y juventud
ellos tienen muchas máscaras.
Su nombre es el mismo…herida
disfraz de padre, madre, vecino, abuelo, amigo, amigo.
Arde el cuerpo, la casa, la calle, la vida.
Tu encierro
inició el comercio y la negociación
esconder el miedo es tu nuevo juego.
Ella llora con su niña desgarrada
todos la culpan, la destrozan de nuevo con la mirada.
Su futuro es una sombra de cenizas que la sigue a donde quiera.
Ella intenta calmar al monstruo…olvidarlo.
No encuentra palabras, no encuentra quien la escuche.
Y quien escucha no le cree,
miente, culpa, teme y ordena ese secreto de tumba.
Silencio que la condena a ser un fantasma de la que pudo ser.
Repta y forma nuevos desiertos a los que nadie tiene acceso.
Ella se extraña a sí misma
El vacío tiene la forma de su corazón.
Sus pensamientos dejaron de ser de sueños y algodón
no puede olvidar que afuera niegan su dolor.
¡Ay Llorona, ay Lupita! mi niña rota
Déjame acunarte con versos y arrullos.
Leeré tu silencio.
Tus latidos,
tus miradas.
Gritaré: Te Creo
cien veces y mil días
Hasta que el tiempo tenga piedad de nosotras.