“Si existe alguna magia en este mundo, debe ser en el intento de comprender a alguien que comparte algo”
Me gusta creer que entre las personas existe magia. Una suerte de conexión que brinda un primer acercamiento, un punto en común, un puente invisible que se establece entre dos corazones que apenas se reconocen. Suena ligeramente cursi, pero, cómo explicamos esa mirada, ese mensaje, ese instante capturado que nos une a alguien y que no podemos explicar de una forma coherente. Eso se refleja en Antes del Amanecer.
Antes del Amanecer es una cinta de esas que traspasan generaciones. Estrenada en 1995, es la primera parte de un trilogía protagonizada por un jovencísimo Ethan Hawke (Jesse) y Julie Delpy (Celine). La trilogía conocida como Before.
La cinta inicia en un tren en movimiento. Una pareja discute. Celine busca un lugar más tranquilo en el vagón para poder continuar su lectura, avanza unos pasos y se produce el encuentro, una mirada y el inicio de todo, Jesse y Celine parecen atrapados en su propio tiempo, uno que construyen ellos mismos, entre risas bobas, juegos y preguntas interesantes. Él es norteamericano y al día siguiente regresará a casa. Ella viene de Budapest de visitar a la abuela y regresa a París.
—¿Por qué no nos conocimos antes? Me gusta platicar contigo, —dice Jesse. ¿Cuántas veces no hemos pensado eso? Esa conexión que emerge y todo lo cambia, esa sensación de euforia y luz que nos envuelve y parece contenernos en una burbuja. Jesse debe bajar en Viena para tomar su vuelo y en un arranque le pide a Celine que se quede con él durante ese día y ella acepta.
Viena se convierte en un personaje más de la cinta de Richard Linklater, director y guionista independiente que comenzó su carrera en la década de los noventas. Seguro has visto alguna de sus películas Dazed and Confused, Escuela de Rock o la multipremiada Boyhood.
La conexión entre Jesse y Celine se hace más fuerte a medida que avanza el día y van recorriendo las calles y cafés de la ciudad. La actuación se siente muy natural, la química entre los actores es realmente buena que hoy podemos afirmar que no hay otro Jesse y Celine que no sean Hawke y Delpy.
A lo largo de la cinta, vamos encontrando pequeñas pistas o mejor dicho señales de amor, que les envía el universo…bueno, a lo mejor eso veo yo, pero para eso es el cine para enamorarnos y Linklater lo sabe muy bien. Te conectas con la historia de Celine y Jesse. Empiezas a preguntarte sobre el amor y esos momentos mágicos que llegan de la mano de alguien en un momento inesperado. En la cinta,nuestros protagonistas entran a una tienda de música y ponen una canción: Come Here, de Kath Bloom. “Del norte sopla un viento/que dice que es amor/lo que siento” y él voltea a verla mientras ella no lo ve y viceversa. Una expresión de tímidez y torpeza muy propia de un amor que inicia.
La música de la cinta se convierte en un especie de narrador que nos cuenta lo que los personajes no se animan a decir en voz alta. Jesse y Celine están luchando contra el tiempo, solo tienen esa noche y no quieren promesas que no podrán cumplir.
Hay una secuencia encantadora donde ambos simulan hablar por teléfono y da lugar a uno de los momentos más inolvidables. El tiempo sigue corriendo y amanece; ella debe tomar un tren y el un autobus para alcanzar un avión, no quieren separarse, no saben cómo hacerlo. Con un final abierto sabemos que se despiden un 16 de junio de 1994.
La historia está inspirada en una noche en que el director Richard Linklater conoce a una chica que le cambia la vida. Linklater realiza está cinta con el objetivo de que ella vea la película y se encuentre en ella y lo contacte para verse. ¿Quieres saber qué sigue? La próxima semana revisa la reseña de Antes del Atardecer.
Está disponible en HBO MAX.