Mugre Rosa fue escrita antes del embate de la pandemia en marzo del 2020. La novela se siente como un presentimiento, una visión apocalíptica que azota el alma y destruye el futuro como la niebla que cubre la ciudad. Ganadora del Premio Sor Juana Inés de la Cruz en su edición 2021, la uruguaya Fernanda Trías escribe sobre la incertidumbre y la enfermedad, sobre el dolor y la impotencia, pero especialmente escribe sobre la condición humana y nuestra capacidad de sentir al otro.
Situada en una ciudad portuaria que es invadida por viento rojo que arrasa con todo, ya no hay pájaros, ni peces; las personas escaparon o están el hospital. La ciudad está desierta, la calle está llena de fantasmas vestidos de personas con cubre bocas, con alarmas de advertencia, con rondines policíacos para evitar que la gente se exponga a la niebla roja o quiera suicidarse en el río; esa bruma mortal que escuece la piel hasta dejarla en carne viva. Los pocos que quedan luchan por sobrevivir, la comida pertenece al mercado negro y el hambre es una constante que todo lo trastorna y para colmo solo existe esa mugre rosa, una carne sintética de una productora local, el único alimento disponible.
Fernanda Trías nos ofrece una historia de desolación, de sentirse abandonados, de una falta de esperanza que se ofrece enlatada. Nuestra protagonista escribe desde su propia herida, una mujer rota, con su expareja tocada por la niebla, una madre autoritaria y asfixiante y por el pequeño Mauro, un niño enfermo que no puede saciar su hambre.
La voz narrativa oscila entre el colapso de la vida conocida y su fragmentario mundo interno. Con cambios de tiempo entre la memoria e infancia de la protagonista con el presente. La Mugre Rosa es dolorosa, arrincona y asfixia, no hay escapatoria.
Mugre Rosa navega en una soledad que arde. Una narración derrotada y desierta. Por momentos llena de hastío y tomento. Es una novela sumamente descriptiva, parece que no pasa nada y eso puede ser muy cansado para ciertos lectores. La propuesta de Trías es más íntima y quizás reflexiva, desde el cambio climático, la relación entre la naturaleza, la comida industrializada, el tema de la enfermedad infantil y el apego emocional con todo.
Fernanda Trías es una voz auténtica y desgarrada, vale la pena seguirla de cerca.