El reto para esta semana consiste en escribir una carta. Escoge el destinatario que más te mueva: tus padres, un hijo, un amor, alguien a quién extrañas. Puede ser una carta de despedida, una carta de amor, tú decide.
Te comparto mi ejercicio. Lee hasta el final.
Querida escritora de retos.-
Gracias por escribir. Y gracias también por notar la ausencia del reto del jueves pasado. No tengo excusas, pero sí explicaciones. Pues te cuento. Me quedé muda. Así cómo lo lees. Mi cuerpo dijo no más. Duré una semana casi sin hablar. Desconocía el verdadero poder de mi voz. Nunca escuché con tanta atención. Todo empezó raro. Entre la contaminación, el cambio de estación y mis emociones quedé en silencio. Bien dramática. Dos personas me dijeron que la afonía es porque no podemos decir algo. En mi caso tienen razón. Así que estoy tratando de escribirlo. Y solo puedo hablar de mí. De mi postura frente a aquello que me robó la voz. La astilla en el corazón del mar. Pared ajada en mi laberinto. Mientras escribo notó el caos en mis pensamientos. Puede funcionar como un monólogo interior, cómo un flujo de conciencia. Pero, entiéndeme, tengo los cajones internos desordenados, intento abstraerme, poner en compartimentos mis emociones, respirar. Darle orden. Estructura. Ambas sabemos que escribir es un acto muy íntimo, solitario. Escribir es también contarte a ti mismo lo que sientes. Pero, qué pasa cuando en te confían un secreto; eso que a nadie le cuentas, eso de lo que nunca hablas y ¡PUM! ¡No puedes callarte callada porqué la persona está en peligro! Debes romper ese pacto. Y entonces el silencio. Y la mente te gira, la cabeza es una metralla y arde, y quema, y te contienes. Aquí, practicando el viaje astral. Viendo el pasado desde el hoy. Desdóblate me digo, habla, contén. Te conviertes en dique. No es mi primer rodeo, debí estar preparada me reclamó a mí misma.
¿Quién te prepara para dejar de sentir?
Así. Literal de la noche a la mañana desperté sin voz. Una buena ronda de inyecciones, tres lágrimas y una empanada cajetosa después, volví a hablar. Todo esto para explicarte por qué no hubo reto la semana pasada. No intento ser coherente en este texto. No puedo serlo aún. Es un ejercicio catártico que me has regalado con ese reclamo tan tuyo. Entonces después de esto, aquí va el reto. Escribe en código epístola, es decir, en formato carta, a quién quieras, a quién extrañas, a quién necesitas perdona, a ti mismo. Escribe sin detenerte, lo que salga, pensamientos cruzados y absurdos bienvenidos. Escribe lo que venga, no le des forma, déjalo escribe. Disfracemos el silencio.
OBSERVA:
El texto no está editado ni corregido. Escribí tal como salió. Observa como va transformando la estructura inicial de carta y luego va dejando fluir los pensamientos. No hay un mensaje definido. El texto plantea un conflicto interior, un mundo dentro del narrador.
Gracias por explicarme que podemos escribe para uno mismo .