Todas las historias tienen un final. Puede ser un final predecible, cerrado o bien un final abierto que permite la interpretación, donde el lector decide el cierre de la historia. Esta semana te invito a escribir un final sorprendente, inesperado. Escribe tu historia y da un giro al cierre, anímate a sorprender, hacer reír, inquietar.
Te comparto mi ejercicio
El querendón
Me los encontré muy abrazaditos en un rinconcito del rancho. Estabas embobado con ella. Tenías las narices en su pechugota. Sabrá diosito santo que le decías a la muy piojosa. La acariciabas con harto cariño, la apapachabas. Y yo aquí muriéndome de la pinche envidia traicionera. No creas que no daba cuenta que eran varias con las que te arrejuntabas. A mí ni caso me hacías y a éstas las tenías comiendo de tu mano. La morena copete rojo, la coja de la cabeza gris y tu favorita la güera, la quemada por el sol, esa que te seguía a todas partes; la muy infeliz me andaba tanteando, andaba nomás viendo que no me le acercara porque me la desgreñaba. Y tú con cara de tonto sobándole las patas flacas. Andaban todas detrás de ti moviendo el culo de un lado para otro y tú bien contentote con ellas. Pero, hasta aquí llegó tu pendeja.
¡Eliseo! ¡Ya quítale la gallina a tu papá!
Vamos a comer caldo.