Me persiguen los dientes de león. Tanto que una de las ilustraciones de mi blog son justamente varias versiones de éstos. Durante los últimos dos meses los veo en fotos, gráficos, posts y finalmente en un viaje en carretera los encontré a mi costado acompañándome un buen rato. Así que hoy no sólo te preparé un reto, sino que también te incluyo un poco de información de esta planta y su significado.
Su nombre científico es #Taraxacum officinale, pero conocida popularmente como diente de león crece en terrenos baldíos y de forma libre. Tiene propiedades medicinales y se puede consumir toda, es decir tallo, flores y hojas.
El uso del #dientedeleón es muy antiguo así como las leyendas y cuentos sobre su origen.
Te voy a contar algunas leyendas que me parecieron muy lindas. Eso sí, como son leyenda me tomé algunas #libertades creativas para narrarlas.
Leyenda nórdica del diente de león
Los países nórdicos se distinguen por tener una gran tradición oral en materia de hadas y duendes. De dioses mitológicos y de grandes luchas entre el bien y el mal. Cuenta la leyenda que antes de la aparición del los primeros humanos, las hadas y los duendes habitaban la tierra. Convivían en armonía y felicidad. Cuando apareció el hombre, duendes y hadas notaron que el hombre no tenía magia y esto generaba un gran problema. El hombre no veía la magia en la naturaleza y no podía verlos, entonces el hombre los pisaba y destruía por su ceguera.
Las hadas tomaron la decisión de disfrazarse con pétalos dorados y el escondite perfecto era colocarse justo en la punta de un diente de león. La táctica funcionó, el hombre apreciaba su bellísimo color amarillo y si por error fueran aplastadas, sus poderes curativos las ayudaban a regenerarse rápidamente.
Así que cada vez que ves un diente de león es una hada que te envía un saludo.
Leyenda del diente de león irlandesa
Seguro conoces la leyenda del arcoíris y las monedas de oro pero, ¿sabías qué estas monedas están relacionadas con el diente de león?
Cuenta la leyenda que un ermitaño gruñon encontró #al final del arcoíris una enorme olla llena de monedas de oro. El ermitano además de cascarrabias era egoísta y ávaro y no quería compartir su tesoro. Temeroso de que alguien le robara sus monedas, las colocó en un saco y acostó a dormir sobre ellas, pensando que había encontrado el mejor lugar para esconderlas.
Un ratoncito muy glotón pasaba por ahí y al ver que viejo estaba dormido se acercó al saco pensando que contenía algunas delicias. Decepcionado y con hambre se dio cuenta que no había comida y siguió su camino.
Al levantar el sol, el ermitaño emprendió el camino a casa. Se echó el saco en la espalda y le dedicó al cielo una gran sonrisa. Cuando llego a su destino el saco estaba vacío. El ratoncito comelón le hizo un agujero y por ahí, una por una se fueron rodando las monedas de oro. El viejo se dio cuenta y volvió sobre sus pasos buscando su tesoro, ¡pero no había ninguna!
Los duendecitos del bosque encontraron las monedas y las convirtieron en flores para compartir la alegría de los verdaderos tesoros. A los hombres les encantaba que el viento las hiciera bailar y compartían con ellos la alegría, entonces empezaron a pedirles un #deseo.
El ángel y el diente de león
Los ángeles de la naturaleza organizaron una reunión para decidir a qué elemento representaría. Cada ángel debía decidir si trabajarían en el bosque, las montañas, el agua, etc. Cada uno debía compartir cuál era su favorito y por qué. Hubo algunos ángeles que escogieron los ríos, otros preferían algún tipo de árbol; los ángeles de las rocas se decidían por ser representar al cuarzo, la obsidiana o la turquesa. Muchísimos ángeles escogieron flores, rosas, tulipanes, margaritas, había tantas para elegir que nuestro protagonista no sabía qué hacer; representar a una flor era su trabajo y lo haría con total conciencia. Nuestro ángel quería conocer a todas las flores y así tomar la mejor decisión. Las entrevistas fueron largas pero muy productivas.
El ángel aprendió que algunas flores son un poco presumidas, otras como el tulipán querían vivir en el castillo de una princesa, otras querían conquistar al mundo con su aroma y sus colores. Ninguna lo convencía, a todas las sentía muy preocupadas por destacar.
Escondida entre una roca y rodeada de hierba encontró una flor pequeñita de color amarillo que se erguía con algunas de sus hermanas, ya secas, en color blanco. Cuando el ángel del viento habló, las flores secas se desprendieron en un gracioso baile que lo hizo sentir pleno. Habló con la flor amarilla y descubrió que ésta era feliz ahí donde estaba. La flor le contó que amaba la tierra y podía crecer en todos lados, por eso sus semillas eran viajeras y comadres del viento. Le contó que cuando estaban amarillas eran las gemelas del sol y cuando se desprendían y volaban se sentían estrellas. Estaba decidido había encontrado a su flor.
Los ángeles confundidos no entendían porque había elegido a una flor demasiado sencilla. Él les contó que en su transformación, el diente de león, se convierte en sol, luego en la luna y finalmente en estrellas viajeras. Los ángeles se sorprendieron y vieron con nuevos ojos a la humilde florecita.
El ángel se sintió tan feliz por la flor que le concedió un poder especial. Cada vez que alguien soplara un diente de león y pidiera un deseo de corazón, este sería concedido.
De ahí la tradición de pedir un deseo al soplar un diente de león. Cada vez que soplas un diente de león, las semillas viajan y haces posible que otra persona encuentre la planta y cumpla su deseo.
Reto de escritura
Esta semana te doy dos opciones para escribir. La primera puedes escribir un texto donde incluyas de alguna forma el diente de león. Observa que aquí puedes escribir desde el relato infantil, puedes hacerlo desde la leyenda o fantasía, desde una receta medicinal o hasta un poema. La opción número dos es escribir sobre el secreto que lleva el diente de león: un deseo.
Como ya te compartí varias leyendas que han pasado por mis palabras e imaginación, te preparé un ejercicio donde trabajo el deseo.
Deseo
Deseo que cada vez que alguien pronuncie tu nombre sea con amor y agradecimiento. Que en tu día abunden los pensamientos de luz y que cuando llegue la sombra, recuerdes que eres un universo entero. Deseo que te sientas tan amado que cada abrazo que des y recibas sea una forma de palpitar con el flujo divino. Deseo para ti que mis letras te arullen y te sigan. Que cada día seas valiente no para pelear, sino para amar y que cuando escribas te lleves un poquito de mí.
pd: Me quedó medio cursi, ¡Aprovechen! no siempre escribo tan melosita.
