Se dice que toda historia tiene dos lados. Esta frase popular confirma que la historia cambia de acuerdo a quien la cuenta. Imagina un partido de futbol. ¿Quién cuenta la historia, el equipo ganador o el que perdió, cómo vivió el encuentro un fanático o qué contaría el árbitro? Cada una de estas versiones son narradas desde un punto de vista concreto.
El punto de vista en la historia te ayuda a determinar lo que ve, siente o actúa uno de tus personajes ante un hecho determinado. Jugar con los diferentes puntos de vista puede nutrir tu historia, manejar detalles diferentes, complementarios e incluso opuestos. Este recurso es muy utilizado en el cine o en las series.
Hoy te propongo que narres un evento que involucre distintos puntos de vista. En mi ejercicio integro tres puntos de vista distintos. Primero lee el ejercicio tal cual y al final ve los comentarios.
¡Gracias por leer!
Mi madre y el fuego
De la enfermedad de su madre hay cosas que ella ha decidido olvidar. Otras tantas que no sabe si las ha inventado. Un recuerdo se mantiene, el recuerdo del invierno siguiente. Por las tardes, veía la tele en el cuarto de sus papás. Le gustaban las caricaturas de She-Ra, Candy Candy y los programas de concursos. Se sentía un ambiente cálido quizás demasiado.
-Mamá, tengo calor.
-Aléjate del calentador.
Estaba lejos del aparato cuando escuchó un susurro, un aleteo. No era el calentador. Era un arrullo, una ola. Se acercó a la ventana y movió una cortina. La señora de rojo alzó su capa y de ella salieron flores ardiendo. El fuego lanzó un abrazo que le calentó el rostro. Gritó. Su madre soltó los cacharros de la cocina.
Tomó a su hermano pequeño de la mano y lo llevó al jardín para pedir ayuda. Regresaron para ver a su mamá convertirse en Hestia.
Ver a nuestra madre regresar del hospital con el cráneo a rape y una larga cicatriz de intenso rojo, no fue nada como verla luchar contra el fuego. Una amazona en combate mortal. La vimos abrir la regadera y regresar al cuarto dando un salto. Mamá no nos veía, tenía el fuego en los ojos. Estabamos asombrados al verla flotar con la cortina en llamas. Un baile lento, eufórico, final. Bastó una patada para desatar el mar encapsulado en una tina. Nuestra madre se erigió en diosa ante nuestros ojos, con el fuego a sus pies. Incienso y bruma fueron su nueva corona. Blanca devoró a rojo.
No sé cuánto duró el incendio. Sólo recuerdo que me escupió en la cara. Insolente, descarado, brillante. Estoy segura que susurraba mi nombre. Tenía alas. Era un pájaro. Cada movimiento era una melodía que lloraba colores y alturas. El fuego me pertenecía. La herencia de mi madre.
OBSERVA
El texto está armando en tres partes. La primera parte es narrada por un narrador omnisciente que lo sabe todo. La segunda parte está narrada por los hermanos, está narrada en plural. La última parte es la más breve y está narrada por uno de los hijos.
Narrador que lo observa todo
De la enfermedad de su madre hay cosas que ha decidido olvidar. Otras tantas que no sabe si las ha inventado. Un recuerdo se mantiene, el recuerdo del invierno siguiente. Por las tardes, veía la tele en el cuarto de sus papás. Le gustaban las caricaturas de She-Ra, Candy Candy y los programas de concursos. Se sentía un ambiente cálido quizás demasiado.
Lo que cuentan los hermanos
Ver a nuestra madre regresar del hospital con el cráneo a rape y una larga cicatriz de intenso rojo, no fue nada como verla luchar contra el fuego. Una amazona en combate mortal. La vimos abrir la regadera y regresar al cuarto dando un salto. Mamá no nos veía, tenía el fuego en los ojos. Estábamos asombrados al verla flotar con la cortina en llamas. Un baile lento, eufórico, final. Bastó una patada para desatar el mar encapsulado en una tina. Nuestra madre se erigió en diosa ante nuestros ojos, con el fuego a sus pies. Incienso y bruma fueron su nueva corona. Blanca devoró a rojo.
Lo que cuenta Ella
No sé cuánto duró el incendio. Sólo recuerdo que me escupió en la cara. Insolente, descarado, brillante. Estoy segura que susurraba mi nombre. Tenía alas. Era un pájaro. Cada movimiento era una melodía que lloraba colores y alturas. El fuego me pertenecía. La herencia de mi madre.
Ahora como Bonus te comparto otro punto de vista adicional, ¿adivina quién está hablando?
Mi amante es efusivo. Me recorre. Se toma su tiempo. Sube y baja por mi piel grisácea. Me arrastra. Me devora despacio. Aguantando. A veces es una caricia, a veces es un relámpago que me llena de luz y trueno. Me enciende. Me despierta los colores, las texturas, el olfato. Se alimenta de mi aliento cuando la piel no le es suficiente. Me consume, me extingue.
¿Adivinaste?
Está hablando la cortina en llamas