¡Este jueves se deja sentir el otoño con clima fresquito y un sol flojeroso! Faltan cinco jueves para celebrar el 2024 y hay tanto que escribir y leer para rato. Hoy te traigo más que un reto de escritura un ejercicio un tanto personal, se trata de la práctica diaria de la gratitud o quizás también dejar que las letras nos alcancen y dejar fluir las palabras y también la vida cotidiana.
Hoy te cuento un poco sobre mi mañana. Cuéntame la tuya, me encantaría leerte.
Mi jueves de otoño
El corazón tiene memoria como la piel y los ojos. Como los abrazos y el olfato. Somos cuerpo, decía mi profesor de filosofía, somos memoria le respondo hoy. Tengo un par de archivos abiertos en el ordenador, textos inconclusos que esperan un poco de inspiración o quizás un poco más de disciplina. Es jueves y en mi imaginación el reto de hoy estaba concluido, exploraríamos la literatura y la ciencia pero no, mi corazón de mar decide volver al interior. Enciendo mi vela amarilla y su llama reza palabras de humo.
La semana y su ajetreo, las inquietudes y su oleaje rebelde deciden quitar los anclajes y empezar a moverme. Quiero concentrarme, tengo solo unos minutos para escribir esto antes de entrar a una junta que sé, no será rápida ni tampoco sencilla. Trato de concentrarme solo en estar.
Escucho el aburrido murmullo del refri, las búrbujas de agua hirviendo en la cocina, el golpeteo constante de las teclas que cantan las historias que imagino. Me descalzo. Pongo mis pies en el piso que me recibe con un chispazo de frío, será solo un minuto, inhalo profundo. De forma inconsciente me llevo las manos al corazón. Sentir. Sólo me concentraré en sentir. Sentirme. Y en mí, escribo.
Mi corazón tiene memoria y vuelve a su paz pese a dejarme el maquillaje corrido y el pelo soñando con un peine. El café es un cómplice que calienta mis manos y endulza mi voz. Gracias es la palabra que la vocecita en mi cabeza repite un par de veces antes de mirar nuevamente el reloj y sus minutos traviesos. Gracias porque el refri y su run run acompaza mis latidos. Gracias a las búrbujas que con su estallido me recordaron que todo pasa y que todo está bien. Gracias a estas teclas que martilleo día a día e incluso se han borrado con la constante caricia de mis dedos, que parecen no fatigarse cuando tengo una idea en la cabeza.
El corazón tiene memoria y el universo una llave: la gratitud.
Gracias por leerme.
Que manera hermosa de describir la gratitud👌