Primer jueves de diciembre y es un jueves de luz. Esta semana te invito a escribir con dos disparadores creativos. Escribe sobre la palabra luz o quizás prefieras escribir sobre los milagros. No lo pienses mucho, respira y deja que tu corazón guíe tu mano y disfruta el proceso.
Te comparto mi ejercicio.
Milagros. Hoy todo es un milagro. Esta semana tuve sesión de cierre con los participantes de mis talleres de escritura. Nos unen diecisiete semanas de complicidad y un par de milagros en el camino. Me maravillo con sus experiencias de vida, con sus conquistas personales y especialmente cómo han abrazado sus obstáculos con una fiereza conmovedora y luminosa. Sí, cada uno es una luz, un fuego. Así que escribir hoy sobre la luz es una sincronía de vida.
Este jueves es el primer día de Janucá, la fiesta de la luces. Para mí, es una de las fiestas judías más emotivas. Conmemora el coraje de los macabeos por conservar sus tradiciones al encender la menorá (candelabro ritual) durante un momento en que estaba prohibido practicar su religión en tiempos de Antíoco. Recordemos un poco, el templo sagrado de Jerusalen estaba destruído y era imposible encender la menorá, sin embargo alguien encontró una pequeña vasija con aceite, pero no era suficiente para mantenerla encendida. La producción de aceite requería exactamente ocho días para completarse pero, la menorá se mantuvo ardiendo hasta que el nuevo aceite estuvo listo. Esto es considerado como el milagro de la luz, el milagro del aceite. Su fe encendió la luz del templo.
La fiesta de las luces consiste en encender una vela distinta durante ocho noches seguidas, además se enciende una vela que es más alta que todas que recibe el nombre de shamash. Cada noche se va enciendiendo una a una las velas hasta completar el candelabro que recibe el nombre de janukía. La luz es un milagro.
Janucá combina dos de mis palabras favoritas milagro y luz.
La palabra milagro viene del latín “miraculum” derivada del verbo mirari que significa “admirar” “contemplar con asombro”. ¿Has vivido un milagro?
Hace poco leí que la palabra hebrea para decir milagro es “nes” entendida como una acción de D-os, que va más allá de nuestro entendimiento, es algo sobrenatural, divino; pero también significa la vela de un barco. La vela de un barco le permite orientarse, dirigirse a una dirección concreta, es una guía.
Imagina conmigo.
Y si un milagro es justo esa vela que necesitamos para dirigir nuestra vida a un puerto seguro, a un puerto que nos lleve al propio corazón, un puerto que nos de paz, que nos llene de amor, que nos inunde de luz.
Si fuéramos barcos, necesitamos una vela para darnos dirección y un viento amigo que nos ayude a navegar. La idea de la vela como milagros me cautiva, me da la seguridad de sentirme segura y guiada por algo más allá de mí, por algo invisible y divino que me ama pese a todos mis defectos e inseguridades, pero ese algo me mantiene a flote y con un suspiro me saca de mi zona de confort.
Somos velas, viento, luz. Somos milagros.
Me gusta cerrar los talleres con el tema de la semblanza personal e invito a los participantes a escribir sobre ellos mismos en tercera persona, un ejercicio radical y duro. muchas veces nos sentimos extraños al hacerlo, creemos que escribimos desde la vanidad o buscamos resaltar nuestras mejores cualidades, otras tantas escribimos un listado de límites autoimpuestos. A veces olvidamos encender nuestra luz, descubrirnos milagro.
Como regalo de fin de curso escribo para mis alumnos su semblanza personal. Es lo más personal que puedo regalarles: mi mirada y mis letras. Es increíble ver sus ojos cuando comparto el potencial que veo en ellos, y agradezco al cielo todas las semanas que sentaron a escucharme hablar de lo que tanto amo.
La escritura enciende tu luz interior y te ayuda a descubrirte un milagro. Para mí, eso eres un milagro, que escribe y ama.
Para todos mis alumnos, desde el corazón y trapecio.
Cynthia.
