Juan José Arreola

por | Sep 21, 2021

Hijo de Zapotlán el Grande (hoy Ciudad Guzmán)  Juan José Arreola Zúñiga, nace un 21 de septiembre de 1918. Su obra, abarca una gran diversidad de géneros: novela, prosa poética, cuento, teatro. Su narrativa está dotada de una belleza insólita, indomable. Entre la ironía y la anécdota construye su obra; una preocupación por el amor, la soledad y el desarraigo de lo humano se refleja en la naturaleza que brilla en su obra.

Te compartimos El Búho, de su Bestiario, publicado den 1959

EL BÚHO

Antes de devorarlas, el búho digiere mentalmente a sus presas. Nunca se hace cargo de una rata entera si no se ha formado un previo concepto de cada una de sus partes. La actualidad del manjar que palpita en sus garras va haciéndose pasado en la conciencia y prelu- dia la operación analítica de un lento devenir intesti- nal. Estamos ante un caso de profunda asimilación reflexiva.

Con la aguda penetración de sus garfios el búho aprehende directamente el objeto y desarrolla su pecu- liar teoría del conocimiento. La cosa en sí (roedor, reptil o volátil) se le entrega no sabemos cómo. Tal vez mediante el zarpazo invisible de una intuición momentánea; tal vez gracias a una lógica espera, ya que siempre nos imaginamos el búho como un sujeto inmóvil, introvertido y poco dado a las efusiones ci- negéticas de persecución y captura. ¿Quién puede ase- gurar que para las criaturas idóneas no hay laberintos de sombra, silogismos oscuros que van a dar en la na- da tras la breve cláusula del pico? Comprender al búho equivale a aceptar esta premisa.

Armonioso capitel de plumas labradas que apoya una metáfora griega; siniestro reloj de sombra que marca en el espíritu una hora de brujería medieval: ésta es la imagen bifronte del ave que emprende el vuelo al atardecer y que es la mejor viñeta para los libros de filosofía occidental.


El encuentro

Dos puntos que se atraen, no tienen por qué elegir forzo- samente la recta. Claro que es el procedimiento más corto. Pero hay quienes prefieren el infinito.

Las gentes caen unas en brazos de otras sin detallar la aventura. Cuando mucho, avanzan en zigzag. Pero una vez en la meta corrigen la desviación y se acoplan. Tan brusco amor es un choque, y los que así se afron- taron son devueltos al punto de partida por un efecto de culata. Demasiados proyectiles, su camino al revés los incrusta de nuevo, repasando el cañón, en un cartu- cho sin pólvora.

De vez en cuando, una pareja se aparta de esta regla invariable. Su propósito es francamente lineal, y no carece de rectitud. Misteriosamente, optan por el labe- rinto. No pueden vivir separados. Esta es su única cer- teza, y van a perderla buscándose. Cuando uno de ellos comete un error y provoca el encuentro, el otro finge no darse cuenta y pasa sin saludar.

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