Hoy quiero hablarte un poco sobre el narrador. El narrador es el personaje más importante de tu historia. Es quien nos cuenta lo que sucede. El narrador es un ser hecho de palabras que solo vive en el relato. El narrador nos permite acceder a la historia de primera mano. Para este reto, te invito a escribir desde la infancia, es decir ponerte en el lugar de un niño y construir un relato, tal como lo experimentaría un pequeño. No se trata de fingir ser un niño, se trata de recordar la etapa infantil y escribir desde ese punto de vista.
Te comparto mi ejercicio y te invito a leer las instrucciones finales.
Ámbar
Cuando eres niña tienes que ir con tus papás a todos lados. Y los sábados no son la excepción, especialmente cuando tus papás trabajan y quieren hacer todos los pendientes ese día. A mis papás les encantaba ir a la Soriana en pleno medio día, sí, ese ratito entre que no tienes nada que hacer y tampoco hay nada bueno en la tele. Sospecho que me llevan para que corra por los pasillos trayendo lo que se les olvida, aunque vamos pasillo por pasillo siempre hay algo que no está en la lista y que obviamente es vital para sobrevivir y pues adivinen quién va. Pues yo mera. ¡Ah! también me llevan para que ayude a subir y bajar las bolsas. Al ladito de la puerta de salida, había un puesto de chopos, ¿ya les dije que me encantan los chopos? Pues ahí vendían unos bien ricos, y según mis papás ese era mi recompensa; tenías suerte si había nieve de vainilla y chocolate y lo podías pedir combinado. Eso sí, te lo tenías que comer bien rápido porque se te derretía en las manos y quedabas toda embarrada y luego no querían que ensuciaras el carro. Total, comételo rápido, no te ensucies y lucha contra el calor, todo en el pasillo del estacionamiento.
Al ladito de la tienda de los chopos, hay una tienda naturista que desde afuera olía bien fuerte a miel, yo me sentía abeja, abeja reina, obviamente. El caso es que también entrábamos a esa tienda, bueno, era acábate el chopo primis y luego te puedes meter; ni me acuerdo que compraban ahí mis papás pero íbamos una semana sí y otra no. Bueno, pues ya sin chopo y con manos pegajosas podía entrar. La tienda tenía un olor que se te pegaba en la ropa. A mí me gustaba entrar directito a la vitrina del centro, ahí donde estaba la señora que cobraba. Tenía algo así como un arcoíris hecho con piedras de diferentes tamaños y colores. Mi favorita era una piedra, que luego me enteré de que no era piedra, era “una gota de ámbar” así muy elegantemente me dijo la señorita de ahí. Para mí era lo más maravilloso del mundo. Una cápsula de luz con chispitas en su interior, delicada y burbujeante, haz de cuenta yo, pero en la antigüedad y de piedra. Ya sabemos que no es piedra, pero ustedes me entiendes, ¿verdad?
En el aparador de la tienda y bajo llave había una pirámide cristalina, fuera de las manos inquietas de alguien como yo. Me gustaba moverme alrededor de la vitrina, como si bailara, hasta que lograba encontrar el ángulo mágico donde la luz se desarmaba en colores, me quedaba quietecita y le pedía un deseo y ahí me quedaba hasta que mi mamá decía que ya nos íbamos. Hasta que un día me interrumpió la señora de la tienda. ¿Te gusta? Me preguntó. Moví mi cabeza para decir que sí. Entonces la señora me dijo: las piedras guardan secretos y memorias, son poderosas y mágicas. Luego se me acercó y me dijo muy bajito: las piedras conocen el futuro. ¿Quieres qué te cuente el tuyo?…
TIP: Está escrito en primera persona, desde el yo. Observa cómo el narrador le habla directamente al lector, es un tono personal e íntimo, tal como hablan los niños. El texto no tiene florituras ni adornos excesivos. Fíjate en la puntuación son frases muy cortas y rápidas y brincan de un tema a otro como la experiencia oral infantil.
