Efraín Huerta

por | Ene 12, 2022

Periodista y poeta mexicano (Guanajuato, 1914 – Ciudad de México, 1982). Su poesía habla del amor, la soledad y la crítica social, utiliza el humor y expresiones coloquiales como juego de palabras.

Éste es un amor


Éste es un amor que tuvo su origen
y en un principio no era sino un poco de miedo
y una ternura que no quería nacer y hacerse fruto.

Un amor bien nacido de ese mar de sus ojos,
un amor que tiene a su voz como ángel y bandera,
un amor que huele a aire y a nardos y a cuerpo húmedo, 
un amor que no tiene remedio, ni salvación, 
ni vida, ni muerte, ni siquiera una pequeña agonía.

Éste es un amor rodeado de jardines y de luces
y de la nieve de una montaña de febrero
y del ansia que uno respira bajo el crepúsculo de San Ángel 
y de todo lo que no se sabe, porque nunca se sabe 
por qué llega el amor y luego las manos 
—esas terribles manos delgadas como el pensamiento— 
se entrelazan y un suave sudor de —otra vez— miedo, 
brilla como las perlas abandonadas 
y sigue brillando aún cuando el beso, los besos, 
los miles y millones de besos se parecen al fuego 
y se parecen a la derrota y al triunfo 
y a todo lo que parece poesía— y es poesía.

Ésta es la historia de un amor con oscuros y tiernos 
    orígenes: 
vino como unas alas de paloma y la paloma no tenía ojos
y nosotros nos veíamos a lo largo de los ríos
y a lo ancho de los países
y las distancias eran como inmensos océanos
y tan breves como una sonrisa sin luz
y sin embargo ella me tendía la mano y yo tocaba su piel 
    llena de gracia 
y me sumergía en sus ojos en llamas 
y me moría a su lado y respiraba como un árbol despedazado 
y entonces me olvidaba de mi nombre 
y del maldito nombre de las cosas y de las flores 
y quería gritar y gritarle al oído que la amaba
y que yo ya no tenía corazón para amarla 
sino tan sólo una inquietud del tamaño del cielo 
y tan pequeña como la tierra que cabe en la palma 
    de la mano. 
Y yo veía que todo estaba en sus ojos —otra vez ese mar—,
ese mal, esa peligrosa bondad, 
ese crimen, ese profundo espíritu que todo lo sabe 
y que ya ha adivinado que estoy con el amor hasta
    los hombros, 
hasta el alma y hasta los mustios labios. 
Ya lo saben sus ojos y lo sabe el espléndido metal 
    de sus muslos, 
ya lo saben las fotografías y las calles
 y ya lo saben las palabras —y las palabras y las calles 
    y las fotografías 
ya saben que lo saben y que ella y yo lo sabemos 
y que hemos de morirnos toda la vida para no rompernos 
    el alma 
y no llorar de amor. 


La paloma y el sueño


Tú no veías el árbol, ni la nube ni el aire. 
Ya tus ojos la tierra se los había bebido 
y en tu boca de seda sólo un poco de gracia 
fugitiva de rosas, y un lejano suspiro. 

No veías ni mi boca que se moría de pena 
ni tocabas mis manos huecas, deshabitadas. 
Espeso polvo en torno daba un sabor a muerte 
al solemne vivir la vida más amarga. 

Había sed en tus ojos. Suave sudor tu frente 
recordaba los ríos de suave, lenta infancia. 
Yo no podía con mi alma. Mi alma ya no podía 
con mi cuerpo tan roto de rotas esperanzas. 

Tus palabras sonaban a olas de frágil vuelo. 
Tus palabras tan raras, tan jóvenes, tan fieles. 
Una estrella miraba cómo brilla tu vida. 
Una rosa de fuego reposaba en tu frente. 

Y no veías los árboles, ni la nube ni el aire. 
Parecías desmayarte bajo el beso y su llama. 
Parecías la paloma extraviada en su vuelo: 
la paloma del ansia, la paloma que ama. 

Te dije que te amaba, y un temblor de misterio 
asomó a tus pupilas. Luego miraste, en sueños, 
los árboles, la nube y el aire estremecido, 
y en tus húmedos ojos hubo un aire de reto. 

No parecías la misma de otras horas sin horas. 
Ya sueñas, o ya vuelas y ni vuelas ni sueñas. 
Te fatigan los brazos que te abrazan, paloma, 
y, al sollozar, a un lirio desmayado recuerdas. 

Ya sé que estoy perdido, pero siempre ganado. 
Perdido entre tu sombra, ganado para nunca. 
Mil besos son mil pétalos protegiendo tu piel 
y tu piel es la lámpara que mis ojos alumbra. 

¡Oh geografía del ansia, geografía de tu cuerpo! 
Voy a llorar las lágrimas más amargas del mundo. 
Voy a besar tu sombra y a vivir tu recuerdo. 
Voy a vivir muriendo. Soy el que nunca estuvo.

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