Marguerite Yourcenar fue Poeta, novelista e historiadora de origen francés. Nació en Bruselas en 1903. Fue educada por su padre, un noble francés que la inició en las letras clásicas, el estudio de latín y el griego. A los 17 años publicó su primer poema con apoyo de su padre, Marguerite firmó como Yourcenar un acrónimo de su apellido real Crayencour.
Sus poemas tejen el misterio de la vida y del corazón humano. Sus textos llenos de un aire sensual, belleza y también un chispazo de tragedia.
Aquí una muestra de sus poemas
Erótico
Tú la avispa y yo la rosa;
Tú el mar, yo la escollera;
En la creciente radiosa
Tú el Fénix, yo la hoguera.
Tú el Narciso y yo la fuente,
En mis ojos tú brillando;
Tú el río y yo el puente;
Yo la onda en mí nadando.
Y tú el sol y la sal
Y en los labios el caudal
Del rumor meciendo el juego.
Yo el pájaro y el cielo
Azul cruzando su vuelo,
Como el alma atiza el fuego.
El lunático
El sol adormecido en las brumas se aleja
Y como un astro muerto yace mi pasión;
La noche a lo largo del muelle se refleja;
Mi viejo corazón es un Rey sin razón.
Cada ser de una rueda es el eje que gira,
Cae, ofrenda y afrenta, en el yunque el dolor;
Los rostros grises son una espuma que tira
La marea del asfalto y la luz sin color.
¿Dónde estamos amor? ¿Sí es verdad que estamos?
La luna se esconde cuando nos acercamos
Al borde de los techos huecos de metal.
Y el ojo blanco por las calles todavía
Envidia el resplandor fijamente glacial
Del astro que murió antes de abrir el día.
Traducción de Silvia Barón-Supervielle
Tu nombre
Como una gota de miel venenosa,
tu nombre, el que te dio tu madre,
se derrama amargamente en mi garganta.
Bajo distintos cielos clamé tu nombre,
lo lamenté en todos los lechos;
leí tu nombre en filigrana en la página de mi desdicha,
claro como el sollozo que vierte sobre nosotros un ángel.
Tu nombre, con el que duermo,
lastima mi boca como si fuera un talismán,
y me arrastra, como una sentencia, hacia el destierro.
Tu nombre, como un niño bello y desnudo,
se revuelca en todos los fangos.
Gimo tu nombre como limosnera
frente a las puertas de la ciudad en llamas.
Manchado por las moscas-chismes de la infamia,
la gente pronuncia vulgarmente tu nombre,
X desconocida, tú misma.
Tu nombre de bautismo
inscrito en los registros negros del diablo
y en el libro de oro de Dios.
Tu nombre es la única cosa que jamás te podré regresar;
no importa que lo repita mil veces,
nadie me lo podrá arrebatar.
Cada letra de tu nombre es un clavo de mi pasión,
y lo único, quizás, que nunca podré olvidar
hasta que llegue el día de la resurrección.
Niña
Las flexibles antorchas de tus manos
acarician en vano mi soledad;
el fruto banal que mordemos
cuelga tristemente cercado por la costumbre.
Yo disfrazo mal mi torpeza
con el frío carmín del abandono;
el desdén rige mis dones
y tu placer es para mí un ensayo.
Mi corazón distraído, sueña y se adormece
mientras la fuerza del deseo y tu juventud,
te impiden percibir que abrazas una ausencia.
En el borde del cielo, oh alcoba de oro,
mis ojos pensativos cuentan los astros
mientras tú, niña ávida, cuentas tus piastras.