El poemario Con el alma descalza, de Patricia Camacho Quintos, me evoca un caracol. Una concha que encierra un misterio vivo y latente. El caracol está enroscando en su laberinto; el poemario está en la espiral de la mente femenina que refleja el dolor, la sensualidad, la búsqueda constante de la divinidad, el grito herido de sentirnos abandonados y el miedo, como lo refleja en el verso: Mi alma está descalza / trémula de miedo.
La poesía de Camacho (Ciudad de México, 1961) se desdobla entre los pasillos del psiquiatra y el espejo de Dios donde afirma: Dios necesita que lo amen / está enamorado de su médico / su corazón y su mente son el mismísimo Apocalipsis.
Entre lo concreto y el milagro, la autora explora los procesos del pensamiento, las preguntas constantes, el salir de si para encontrarse; en el poema Desde mi Balcón explora desde lo tangible de una escena cotidiana, un día de alberca a eso que es el otro: Eso eres tú / espíritu inexorable / misterio / grandeza / turbulencia y paz / las piedras están donde no se toca el infinito.
La sensualidad y el erotismo quedan reflejados en los versos de Orquídea, Erotismo fotográfico y Flor Mística.
Camacho toma también los conflictos emocionales y mentales y abre paso a la empatía y la escucha más allá del juicio voraz que siempre impera: verlos tambalear, ser la criba de trillones de palabras laberinto.
Con El alma descalza es un poemario auténtico, con ligeros destellos de la amargura de quien se sabe poeta, pero con la luz de quien se reconoce artista.
Epitafio
Nunca como a tu lado fui de nube
mi fuego desfalleció en acuáticos devaneos.
Todo se evaporó en tu costado
y fui de ti parte del Cielo.
Pulsar
Mi corazón
Estrella colapsada
Se ahoga
En la oscuridad
De mi universo
Visible
ahí estás tú
donde está Él