Día de Reyes

por | Ene 6, 2023

¡Feliz día de Reyes! ¡Que la estrella de Belén y su poesía te muestren el camino!

Noche de reyes

Hay un sueño de zapatos

que esperan en los balcones,

diminutos, puntiagudos,

zapatos multicolores,

temblorosos y brillantes

en el azul de la noche.

Noche oscura,

noche larga,

noche con capas de seda

y con escaleras altas.

En el reloj de la torre

se van durmiendo las horas.

Desde el balcón, los zapatos

ven cómo bailan las sombras.

Las voces revolotean,

comienza a nacer el alba.

en los ojos de los niños

hay chispitas de bengala.

Las copas están vacías,

falta un trozo de roscón,

en la alfombra quedan huellas

del camello de Melchor…

Por las ventanas abiertas

entran los copos de nieve.

Decid, decidme, zapatos,

¿qué me han traído los Reyes?

Sagrario Pinto


El camello

(Auto de los reyes magos)

El camello se pinchó

con un cardo en el camino

y el mecánico Melchor

le dio vino.

Baltasar fue a… Repostar

más allá del quinto pino…

e intranquilo el gran Melchor

consultaba su «Longinos».

—¡No llegamos,

no llegamos,

y el santo parto ha venido!

(Son las doce y tres minutos

y tres reyes se han perdido).

El camello cojeando

más medio muerto que vivo

va espeluchando su felpa

entre los troncos de olivos.

Acercándose a Gaspar,

Melchor le dijo al oído:

—Vaya birria de camello

que en Oriente te han vendido.

A la entrada de Belén

al camello le dio hipo.

¡Ay qué tristeza tan grande

en su belfo y en su tipo!

Se iba cayendo la mirra

a lo largo del camino,

Baltasar lleva los cofres,

Melchor empujaba al bicho.

Y a las tantas ya del alba

–ya cantaban pajarillos–

los tres reyes se quedaron

boquiabiertos e indecisos,

oyendo hablar como a un Hombre

a un Niño recién nacido.

—No quiero oro ni incienso

ni esos tesoros tan fríos,

quiero al camello, le quiero.

Le quiero –repitió el Niño.

A pie vuelven los tres reyes

cabizbajos y afligidos.

Mientras el camello echado

le hace cosquillas al Niño.

Gloria Fuertes


Agranda la puerta, padre

Agranda la puerta, padre,

porque no puedo pasar;

la hiciste para los niños,

yo he crecido a mi pesar.

Si no me agrandas la puerta,

achícame, por piedad;

vuélveme a la edad bendita

en que vivir es soñar.

Gracias, padre, que ya siento

que se va mi pubertad;

vuelvo a los días rosados

en que hijo no más.

Hijo de mis hijos ahora

y sin masculinidad

siento nacer en mi seno

maternal virginidad.

Miguel de Unamuno

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