Silvina Ocampo

por | Oct 16, 2023

Escritora y ensayista argentina. Nace en una familia de alta sociedad con gran impacto en social y político. Se crió con institutrices que le enseñaron inglés y francés como primeros idiomas. Escribió cuentos y poesía, hoy en día su obra está tomando el reconocimiento que merece.

Nos iremos, me iré con los que aman…

Nos iremos, me iré con los que aman,
dejaré mis jardines y mi perro
aunque parezcas dura como el hierro
cuando los vientos vagabundos braman.

Nos iremos, tu voz, tu amor me llaman:
dejaré el son plateado del cencerro
aunque llegue a las luces del desierto
por ti, porque tus frases me reclaman.

Buscaré el mar por ti, por tus hechizos,
me echaré bajo el ala de la vela,
después que el barro zarpe cuando vuela

la sombra del adiós. Como en los fríos
lloraré la cabeza entre tu mano
lo que me diste y me negaste en vano.


Quisiera ser tu predilecta almohada

Quisiera ser tu predilecta almohada
donde de noche apoyas tus orejas
para ser tu secreto y ser las rejas
de tu sueño: dormida o desvelada

ser tu puerta, tu luz cuando te alejas,
alguien que no trató de ser amada.
Huir de la ansiedad que está en mis quejas,
poder a veces ser lo que soy, nada,

no tener nunca miedo de perderte
con variación y honda infidelidad,
jamás llegar por nada a concederte

la tediosa y vulgar fidelidad
de los abandonados que prefieren
morir por no sufrir, y que no mueren.


A veces te contemplo en una rama…

A veces te contemplo en una rama,

en una forma, a veces horrorosa,

en la noche, en el barro, en cualquier cosa,

mi corazón entero arde en tu llama.

Y sé que el cielo entre tus labios me ama,

que el aire forma tu perfil de diosa

de oro y de piedra, sola y orgullosa,

que nadie existirá si no te llama.

Entre tus manos quedaré indefensa,

no viviré si no es para buscarte

y cruzaré el dolor para adorarte,

pues siempre me darás tu recompensa,

que es mucho más de lo que te he pedido

y casi todo lo que habré querido.


Presentimiento

Durante muchos días me seguiste.
En el canto del pájaro, en las sombras,
en las modulaciones del espacio:
aprendí a conocerte.
Yo sentía tu luz atravesarme
como una flecha de oro envenenada.
Te desobedecía arrepentida.
Me hablabas en secreto.
En los espejos rotos, en la tinta
azul de los cuadernos que dejabas
sobre la mesa de mi dormitorio.
Yo temblaba al mirarte, yo temblaba
como tiemblan las ramas reflejadas
en el agua movida por el viento.
Ahora que conozco tus señales,
tu piel y tus orejas, tu semblante,
no trataré de desobedecerte,
y me arrodillaré frente a tu imagen,
implacable sibila que me sigues.

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