William Butler Yeats

por | Jun 13, 2022

Poeta y dramaturgo. Nace en 1865, en Dublín. Es uno de los autores ingleses más importantes e influyentes del siglo XX. Su poesía inspirada en la cultura irlandesa y sus raíces celtas. Recibió el premio Nobel de Literatura en 1923.

Aquí te comparto algunos de sus poemas:

Los dos árboles 

Amada, mira en tu propio corazón, 

el árbol sagrado crece allí; 

de la alegría surgen las ramas sagradas 

y todas las flores estremecidas que ellas dan. 

Los cambiantes colores de sus frutos 

son dote de alegre luz para las estrellas; 

la certeza de su escondida raíz 

ha plantado silencio en la noche; 

el agitarse de su frondosa cabeza 

donó su melodía a las olas 

y desposaron la música con mis labios, 

susurrando para ti hechicera canción.

Allí van los Amores en círculos, 

el círculo llameante de nuestros días, 

girando en espiral de un lado a otro 

por esos vastos e ignorantes caminos frondosos; 

al recordar ese pelo agitado 

y cómo se disparan las sandalias aladas, 

tus ojos se llenan de tierna solicitud: 

amada, mira en tu propio corazón. 

No mires más en el espejo amargo 

que demonios, con astucia sutil, 

muestran ante nosotros cuando pasan; 

o mira sólo un instante; 

pues crece allí una imagen fatal 

que recibe la noche tormentosa, 

raíces casi cubiertas por las nieves, 

cortadas ramas, ennegrecidas hojas. 

Pues todo deviene esterilidad 

en el espejo opaco que los demonios sostienen, 

el espejo de exterior abatimiento 

hecho cuando Dios durmiera en tiempo antiguo. 

Allí, por las ramas partidas, andan 

los cuervos de inquietante pensamiento; 

volando, clamorosos, de un lugar a otro, 

con garra cruel y garganta hambrienta, 

o se detienen y olfatean el viento 

y agitan las raídas alas; ¡ay!, 

tus ojos dulces se tornan crueles: 

no mires más en el espejo amargo.


Oh, no ames demasiado tiempo 

Amada, no ames demasiado tiempo: 

yo amé mucho, mucho tiempo 

y me pasé de moda,

como una vieja canción.

Durante nuestra nuestra juventud toda 

ninguno podría haber distinguido 

sus propios pensamientos de los del otro,

de tal modo éramos uno. 

Mas, ay, en un minuto ella cambió 

-oh no ames demasiado tiempo 

o pasarás de moda 

como una vieja canción-.

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