Toronto, Canadá (1950) Brillante y compleja. Astuta y enamorada del griego. Escribe con ironía sobre el deseo, el desasosiego y la búsqueda de las palabras.
Premio Princesa de Asturias de letras 2020. Es considerada la mejor representante de las lenguas anglosajonas.
Aquí un par de poemas.
A pesar de su dolor, otro día
La niebla del río (7 AM) se dispersa y comienza, se estremece y comienza
en las rocas otoñales del molino.
Restos de hojas resplandecen. He hallado mi cordura.
La evidencia (7 PM): ella toma sus medicamentos, yo doy un paseo por el río.
La rueda de molino huele a húmeda hoja de maíz.
Detrás de mí (2:38 AM) en la oscuridad del Motel Dorset oigo el clic del calentador
y a ella, que se despierta en el otro extremo de la ciudad
en un cuarto pequeño y cálido
aferrándose a un rosario que brilla en lo oscuro.
No importa qué se diga del tiempo, la vida va en una sola dirección,
es una verdad que resplandece.
La niebla del río (7 AM) es plata desollada
cuando el alba oscurece
el día de mi partida.
PELIGRO NO LEVAR NI ECHAR ANCLAS
dice el letrero justo en la orilla.
La no conciencia nos engulle.
Ella en la cama como ramita doblada.
Yo, como siempre, ida.
¿Cómo sería vivir en una biblioteca de libros derretidos?
He venido a Stykkishólmur
a vivir en una biblioteca.
La biblioteca no tiene libros
sino glaciares.
Los glaciares son verticales.
Silenciosos.
Tan perfectamente ordenados como estarían los libros.
Pero están derretidos.
¿Cómo sería
vivir en una biblioteca
de libros derretidos?.
Con frases corriendo sobre el suelo
y toda la puntuación
asentada en el fondo como residuo.
Sería confuso.
Imperdonable.
Una gran aventura.