Novelista y poeta chileno. Vivió en México desde los quince años. Lector incansable, intelectual y activista polÃtico. Su poesÃa se distingue por el uso del verso libre y la narrativa. Sus temas el amor, la poesÃa, la literatura y la vida misma.
Entre sus novelas te recomendamos la multipremiada: Los detectives salvajes.
Aquà una muestras de sus poemas.
Musa
Era más hermosa que el solÂ
y yo aún no tenÃa 16 años.Â
24 han pasadoÂ
y sigue a mi lado.Â
A veces la veo caminarÂ
sobre las montañas: es el ángel guardiánÂ
de nuestras plegarias.Â
Es el sueño que regresaÂ
con la promesa y el silbido.Â
El silbido que nos llamaÂ
y que nos pierde.Â
En sus ojos veo los rostrosÂ
de todos mis amores perdidos.Â
Ah, Musa, protégeme,Â
le digo, en los dÃas terriblesÂ
de la aventura incesante.Â
Nunca te separes de mÃ.Â
Cuida mis pasos y los pasosÂ
de mi hijo Lautaro.Â
Déjame sentir la punta de tus dedos
otra vez sobre mi espalda,
empujándome, cuando todo esté oscuro,
cuando todo esté perdido.
Déjame oÃr nuevamente el silbido.
Soy tu fiel amante
aunque a veces el sueño
me separe de ti.
También tú eres la reina de los sueños.
Mi amistad la tienes cada dÃa
y algún dÃa
tu amistad me recogerá
del erial del olvido.
Pues aunque tú vengas
cuando yo vaya
en el fondo somos amigos
inseparables.
Musa, a donde quiera
que yo vaya
tú vas.
Te vi en los hospitales
y en la fila
de los presos polÃticos.
Te vi en los ojos terribles
de Edna Lieberman
y en los callejones
de los pistoleros.
¡Y siempre me protegiste!
En la derrota y en la rayadura.
En las relaciones enfermizas
y en la crueldad,
siempre estuviste conmigo.
Y aunque pasen los años
y el Roberto Bolaño de la Alameda
y la LibrerÃa de Cristal
se transforme,
se paralice,
se haga más tonto y más viejo
tú permanecerás igual de hermosa.
Más que el sol
y que las estrellas.
Musa, a donde quiera
que tú vayas
yo voy.
Sigo tu estela radiante
a través de la larga noche.
Sin importarme los años
o la enfermedad.
Sin importarme el dolor
o el esfuerzo que he de hacer
para seguirte.
Porque contigo puedo atravesar
los grandes espacios desolados
y siempre encontraré la puerta
que me devuelva
a la Quimera
porque tú estás conmigo,
Musa,
más hermosa que el sol
y más hermosa
que las estrellas.
Lluvia
Llueve y tú dices es como si las nubes
lloraran. Luego te cubres la boca y apresuras
el paso. ¿Como si esas nubes escuálidas lloraran?
Imposible. Pero entonces, ¿de dónde esa rabia,
esa desesperación que nos ha de llevar a todos al diablo?
La Naturaleza oculta algunos de sus procedimientos
en el Misterio, su hermanastro. Asà esta tarde
que consideras similar a una tarde del fin del mundo
más pronto de lo que crees te parecerá tan sólo
una tarde melancólica, una tarde de soledad perdida
en la memoria: el espejo de la Naturaleza. O bien
la olvidarás. Ni la lluvia, ni el llanto, ni tus pasos
que resuenan en el camino del acantilado importan;
Ahora puedes llorar y dejar que tu imagen se diluya
en los parabrisas de los coches estacionados a lo largo
del Paseo MarÃtimo. Pero no puedes perderte.
Sucio, mal vestido
En el camino de los perros mi alma encontró
a mi corazón. Destrozado, pero vivo,
sucio, mal vestido y lleno de amor.
En el camino de los perros, allà donde no quiere ir nadie.
Un camino que sólo recorren los poetas
cuando ya no les queda nada por hacer.
¡Pero yo tenÃa tantas cosas que hacer todavÃa!
Y sin embargo allà estaba: haciéndome matar
por las hormigas rojas y también
por las hormigas negras, recorriendo las aldeas
vacÃas: el espanto que se elevaba
hasta tocar las estrellas.
Un chileno educado en México lo puede soportar todo,
pensaba, pero no era verdad.
Por las noches mi corazón lloraba. El rÃo del ser, decÃan
unos labios afiebrados que luego descubrà eran los mÃos,
el rÃo del ser, el rÃo del ser, el éxtasis
que se pliega en la ribera de estas aldeas abandonadas.
Sumulistas y teólogos, adivinadores
y salteadores de caminos emergieron
como realidades acuáticas en medio de una realidad metálica.
Sólo la fiebre y la poesÃa provocan visiones.
Sólo el amor y la memoria.
No estos caminos ni estas llanuras.
No estos laberintos.
Hasta que por fin mi alma encontró a mi corazón.
Estaba enfermo, es cierto, pero estaba vivo.
Te alejarás
Te alejarás de ese coño sangrante
que primero se rÃe y después plagia
tus poemas Tratarás de olvidar
la sombra la espalda que cocina
el bulto que ronca mientras tú
en la otra habitación escribes
Te dirás cómo ha sido posible
Ese maldito olor que sale de entre
sus piernas Su manÃa de lavarse
los dientes a cada rato Es cierto
ya nunca más te contará la misma
historia de violaciones y psicoanalistas
Ni saldrá su relato del automóvil
paterno para estacionarse en tu
memoria (Ese mirador excepcional
desde el que veÃas que el coche
siempre estuvo vacÃo) No más
largas pelÃculas heladas Sus gestos
de desolación El miedo que apenas
pudiste tocar con las yemas de los dedos
Habrá un dÃa feliz en que te preguntes
cómo eran sus brazos sus codos
ásperos La luna rielando
sobre el pelo que cubre su cara
Sus labios que articulan en silencio
que todo está bien Y todo
estará bien sin duda cuando aceptes
el orden de las tumbas Y te alejes
de sus largas piernas pecosas y del dolor
Ahora tu cuerpo es sacudido por
pesadillas. Ya no eres
el mismo: el que amó,
que se arriesgó.
Ya no eres el mismo, aunque
tal vez mañana todo se desvanezca
como un mal sueño y empieces
de nuevo. Tal vez
mañana empieces de nuevo.
Y el sudor, frÃo,
los detectives erráticos,
sean como un sueño.
No te desanimes.
Ahora tiemblas, pero tal vez
mañana todo empiece de nuevo.