Mariel Damián conoce el cielo y su textura de lengua, asegura que el pájaro canta y crea el mundo; le escribe a los microorganismos y a las branquias. En sus letras, la ciencia se vuelve poesÃa.
Damián nos ofrece en su poemario La chica que se ha quedado sola, una oportunidad de analizar su universo con el microscopio que ella misma confecciona, universos que parecen dulces, en ocasiones ácidos, cosmos que se rebelan, versos que cuestionan: Y vuelve a mÃ, el minúsculo recuerdo / de una célula tras otra en todo mi cuerpo.
Su poesÃa tiene sutileza y humor; pareciera que cada poema es una apuesta desafiante, es un todo o un nada, una totalidad agrupada en estrofas, esperando explotar, esperando una reacción quÃmica, una transformación.
La autora hace referencias a su formación literaria y cientÃfica, habla de los miedos, expectativas, el cobijo de su abuela y la ciudad de México.  Una voz fresca, apasionada que se descubre hechicera y conjura palabras en una biblioteca.
LO QUE NO SE NOMBRA  Nunca nadie se pregunta sobre las cosas tristes que no existen, como yo que me escondo detrás de las voces no-nacidas, en la lengua del sol que humedece los jardines en la cresta de las gallinas que no conocen los espejos.  Mi figura de nube recorre los sueños, habito en cada arruga del tiempo y no necesito que nadie me vea para ser ni que alguien me nombre para existir  Yo construyo seres que no saben cómo se creó el mundo, escribo sus historias en la panza inflada de las estrellas y desde los ojos de Dios los miro vivir y matarse. A veces, muero de amor o de celos por no tener un cuerpo palpable, una espalda que aplaste el color de los pastos o interrumpa el infinito olor de las olas.  Sin embargo, yo espero en los lenguajes extintos, en el latido de tierra que se hace humo, en la gota de lluvia que al caer en el mar s e       e  x  p a n d e.  Mi mente en una cita tú miras mis ojos mientras hablas, yo miro tus labios moverse.  Cada palabra que nace en tu boca es un beso que he perdido.