Emily Elizabeth Dickinson (Amherst, Massachussets, 10 de diciembre de 1830 – Amherst, 15 de mayo de 1886). Es una de las principales personalidades de la poesía estadounidense del XIX. Recibió una educación privilegiada; Emily estudió alemán, piano, canto, jardinería y botánica. En vida se recluyó en su casa por una cuestión de salud. Su hermana Lavinia fue la encargada de recopilar y publicar su gran obra. Su obra está llena de misterio y sensibilidad, una explosión por la naturaleza y la luz producto de la observación y un talento a flor de piel.
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Es todo lo que hoy puedo traer —
Es esto, y además mi corazón —
Esto, y mi corazón, y cada campo —
Y cada ancha pradera —
Contadlo con cuidado — pues si yo me olvidara
Cualquier otro podría hacer la cuenta —
Esto, y mi corazón, y todas las Abejas
Que viven en el Trébol.
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¿De verdad puede haber una Mañana?
¿Existe eso que llamamos Días?
Y si fuera tan alta como ellas,
¿Desde aquellas montañas lo vería?
¿Tienes pies como todos los nenúfares?
¿O quizá tiene plumas como un Pájaro?
¿Es verdad que la traen de famosos países
De los que nadie nunca a mí me ha hablado?
¡Por favor, Erudito! ¡Por favor, Marinero!
¡Tú, mi Sabio que estudias siempre el alba!
Contadle a la pequeña Peregrina
Dónde yace el lugar llamado La Mañana.
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El agua la aprendemos por la sed —
La tierra — por los Mares navegados.
El éxtasis — por el dolor —
La paz —por sus batallas bien contadas —
El amor, por la Tierra Memorial—
Los pájaros, por la Nieve
254
La Esperanza es la Cosa con sus plumas —
Que se posa en el alma —
Y canta melodías sin palabras —
Y nunca —se detiene —
Se le escucha —más dulce — en la tormenta —
Y es muy fuerte ha de ser la tempestad —
La que pueda abatir al Pajarillo
Que a tantos dio calor —
Yo la he oído en la tierra más helada —
Y en el Mar más remoto —
Y nunca, en la mayor Necesidad.
Me pidió — ni siquiera una migaja.