Elvira Sastre

por | Ene 8, 2024

Poeta, escritora y traductora. Desde muy joven inicia el blog Relocos y Recuerdos, aprovechando el alcance de las redes sociales para compartir sus versos y su particular estilo. Realiza recitales poéticos donde mezcla música y versos. Síguela en sus redes sociales.

Aquí te comparto algunos de sus poemas

 

Quiero hacer contigo
todo lo que la poesía aún no ha escrito

Cualquiera diría al verte
que los catastrofistas fallaron:
no era el fin del mundo lo que venía,
eras tú.

Te veo venir por el pasillo
como quien camina dos centímetros por encima del aire
pensando que nadie le ve.
Entras en mi casa
-en mi vida-
con las cartas y el ombligo boca arriba,
con los brazos abiertos
como si esta noche
me ofrecieras barra libre de poesía en tu pecho,
con las manos tan llenas de tanto
que me haces sentir que es el mundo el que me toca
y no la chica más guapa del barrio.

Te sientas
y lo primero que haces es avisarme:
No llevo ropa interior
pero a mi piel le viste una armadura.
Te miro
y te contesto:
Me gustan tanto los hoy
como miedo me dan los mañana.

Y yo sonrío
y te beso la espalda
y te empaño los párpados
y tu escudo termina donde terminan las protecciones:
arrugado en el cubo de la basura.
Y tú sonríes
y descubres el hormigueo de mi espalda
y me dices que una vida sin valentía
es un infinito camino de vuelta,
y mi miedo se quita las bragas
y se lanza a bailar con todos los semáforos en rojo.

Beso
uno a uno
todos los segundos que te quedas en mi cama
para tener al reloj de nuestra parte;
hacemos de las despedidas
media vuelta al mundo
para que aunque tardemos
queramos volver;
entras y sales siendo cualquiera
pero por dentro eres la única;
te gusta mi libertad
y a mí me gusta sentirme libre a tu lado;
me gusta tu verdad
y a ti te gusta volverte cierta a mi lado.

Tienes el pelo más bonito del mundo
para colgarme de él hasta el invierno que viene;
gastas unos ojos que hablan mejor que tu boca
y una boca que me mira mejor que tus ojos;
guardas un despertar que alumbra las paredes
antes que la propia luz del sol;
posees una risa capaz de rescatar al país
y la mirada de los que saben soñar con los ojos abiertos.

Y de repente pasa,
sin esperarlo ha pasado.
No te has ido y ya te echo de menos,
te acabo de besar
y mi saliva se multiplica queriendo más,
cruzas la puerta
y ya me relamo los dedos para guardarte,
paseo por Madrid
y te quiero conmigo en cada esquina.

Si la palabra es acción
entonces ven a contarme el amor,
que quiero hacer contigo
todo lo que la poesía aún no ha escrito.

 


 

TRANSIDO DE PALABRAS

No me queda mucho más que decirte,

pues esta nube ya arruga mis dedos

por momentos,

salvo que llegó a casa una carta a tu nombre

—fingí tu firma y el cartero, amable,

disimuló mi tristeza—,

que la comida

se acumula pero el hambre no termina,

que no sé qué hacer con tanto ruido

—recuerdo cuando partías

el silencio con tu risa y todo,

entonces, era cuestión de adelantarse—

y que las palabras me duelen,

amor.

No quisiera que pensaras

que no te pienso

porque no te escribo.

Es solo que ahora he de hacer hueco

a tu ausencia en mi refugio,

y no sé si estoy preparada para colocarla

al lado de un poema

que cuente, de algún modo

que no duela tanto,

cómo desapareciste

al abrir los ojos.

Prefiero cerrarlos que ver esta puerta

cerrada

cansada ya de tantos portazos.


 

RUIDO

Si te marchas
hazlo con ruido:
rompe las ventanas,
insulta a mis recuerdos,
tira al suelo todos y cada uno
de mis intentos
de alcanzarte,
convierte en grito a los orgasmos,
golpea con rabia el calor
abandonado, la calma fallecida, el amor
que no resiste,
destroza la casa
que no volverá a ser hogar.

Hazlo como quieras,
pero con ruido.

No me dejes a solas con mi silencio. 

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