Roberto Juarroz -poesía vertical-

por | Ago 21, 2021

“Yo me he sentido atraído en primer lugar por los elementos de la naturaleza. Nací en un pueblo al borde del campo. Mi padre era jefe de la estación de ferrocarril y teníamos enfrente el horizonte abierto. En esa pequeña ciudad de Coronel Dorrego me acostumbré desde muy chico a los silencios. Esas noches abiertas en donde se veían las estrellas, la luna nítida, los vientos, el agua, el árbol que para mí es un protagonista de la vida. Comencé mis lecturas muy temprano. Me atrajeron cada vez más y dediqué buena parte de mi vida a eso. Mientras tanto se fue configurando como lenguaje predilecto, o elector (tal vez me eligió a mí), la poesía”. 

Entrevista por Luis Bravo, recuperado 21 de agosto 2021. https://webs.ucm.es/info/especulo/numero11/juarroz.html

Algunos poemas de Roberto Juarroz

Celebrar lo que no existe.
¿Hay otro camino para celebrar lo que existe?

Celebrar lo imposible.
¿Hay otro modo de celebrar lo posible?

Celebrar el silencio.
¿Hay otra manera de celebrar la palabra?

Celebrar la soledad.
¿Hay otra vía para celebrar el amor?

Celebrar el revés.
¿Hay otra forma de celebrar el derecho?

Celebrar lo que muere.
¿Hay otra senda para celebrar lo que vive?

El poema es siempre celebración
porque es siempre el extremo
de la intensidad de un pedazo del mundo, su espalda de fervor restituido,
su puño de desenvarado entusiasmo,
su más justa pronunciación, la más firme, como si estuviera floreciendo la voz.

El poema es siempre celebración,
aunque en sus bordes se refleje el infierno,
aunque el tiempo se crispe como un órgano herido, aunque el funambulesco histrión que empuja las palabras desbande sus volteretas y sus guiños.

Nada puede ocultar a lo infinito.
Su gesto es más amplio que la historia, su paso es más largo que la vida.


Algún día encontraré una palabra
que penetre en tu vientre y lo fecunde,
que se pare en tu seno
como una mano abierta y cerrada al mismo tiempo.

Hallaré una palabra
que detenga tu cuerpo y lo dé vuelta, que contenga tu cuerpo
y abra tus ojos como un dios sin nubes y te use tu saliva
y te doble las piernas.
Tú tal vez no la escuches
o tal vez no la comprendas.
No será necesario.
Irá por tu interior como una rueda recorriéndote al fin de punta a punta, mujer mía y no mía,
y no se detendrá ni cuando mueras.


El fruto es el resumen del árbol,
el pájaro es el resumen del aire,
la sangre es el resumen del hombre, el ser es el resumen de la nada.

La metafísica del viento
se notifica de todos los resúmenes
y del túnel que excavan las palabras por debajo de todos los resúmenes.

Porque la palabra no es el grito,
sino recibimiento o despedida.
La palabra es el resumen del silencio, del silencio, que es resumen de todo.


Pensar nos roba el mirar.

¿Dónde está entonces la visión,
su hebra de música sin variaciones de sonido,
su coincidencia de ojo y sueño,
su espacio donde sólo el pasar encuentra espacio? ¿Dónde está el pensamiento que no roba nada?

Aunque menor que otras,
pensar también es una ausencia.
Y un olvido que crece.
Y además quedarse solo
y abrir la puerta para desaparecer.

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