Poemas para un sábado de gloria

por | Abr 16, 2022

Gerardo Diego (1896-1996). Poeta de la generación del 29, toma la tradición católica española y la apuntala en versos sentidos y dolorosos, un retablo de versos a modo de viacrucis. Te compartimos un fragmento de su poema Viacrucis.

Dame tu mano, María, 

la de las tocas moradas. 

Clávame tus siete espadas 

en esta carne baldía. 

Quiero ir contigo en la impía 

tarde negra y amarilla. 

Aquí en mi torpe mejilla 

quiero ver si se retrata 

esa lividez de plata, 

esa lágrima que brilla.

Déjame que te restañe 

ese llanto cristalino, 

y a la vera del camino 

permite que te acompañe. 

Deja que en lágrimas bañe 

la orla negra de tu manto 

a los pies del árbol santo 

donde tu fruto se mustia. 

Capitana de la angustia: 

no quiero que sufras tanto.

Qué lejos, Madre, la cuna 

y tus gozos de Belén: 

– No, mi Niño. No, no hay quien 

de mis brazos te desuna. 

Y rayos tibios de luna 

entre las pajas de miel 

le acariciaban la piel 

sin despertarle. Qué larga 

es la distancia y qué amarga 

de Jesús muerto a Emmanuel.

¿Dónde está ya el mediodía 

luminoso en que Gabriel 

desde el marco del dintel 

te saludó: -Ave, María? 

Virgen ya de la agonía, 

tu Hijo es el que cruza ahí. 

Déjame hacer junto a ti 

ese augusto itinerario. 

Para ir al monte Calvario, 

cítame en Getsemaní.

A ti, doncella graciosa, 

hoy maestra de dolores, 

playa de los pecadores, 

nido en que el alma reposa. 

A ti, ofrezco, pulcra rosa, 

las jornadas de esta vía. 

A ti, Madre, a quien quería 

cumplir mi humilde promesa. 

A ti, celestial princesa, 

Virgen sagrada María.

Comparte el amor por las letras
Suscribir
Notificar de
guest
0 Comments
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios