Rainer María Rilke

por | Sep 13, 2023

Rainer Maria Rilke tenía una pasión por el arte y la escritura. Nació en Praga en 1875, cuando formaba parte del imperio Austro-húngaro. Sus problemas de salud lo orillaron a dejar la escuela militar y dedicarse de lleno a la literatura.  Su poesía es total y nos brinda un panorama sobre los temas que le preocupan: Dios, el amor y la muerte.

Te compartimos un par de poemas.

¿Cómo sujetar mi alma para que no roce la tuya?

¿Cómo sujetar mi alma para

que no roce la tuya?

¿Cómo debo elevarla

hasta las otras cosas, sobre ti?

Quisiera cobijarla bajo cualquier objeto perdido,

en un rincón extraño y mudo

donde tu estremecimiento no pudiese esparcirse.

Pero todo aquello que tocamos, tú y yo,

nos une, como un golpe de arco,

que una sola voz arranca de dos cuerdas.

¿En qué instrumento nos tensaron?

¿Y qué mano nos pulsa formando ese sonido?

¡Oh, dulce canto!


Día de otoño

Señor: es hora. Largo fue el verano.

Pon tu sombra en los relojes solares,

y suelta los vientos por las llanuras.

Haz que sazonen los últimos frutos;

concédeles dos días más del sur,

úrgeles a su madurez y mete

en el vino espeso el postrer dulzor.

No hará casa el que ahora no la tiene,

el que ahora está solo lo estará siempre,

velará, leerá, escribirá largas cartas,

y deambulará por las avenidas,

inquieto como el rodar de las hojas.


Tú eres el ave cuyas alas vi…

Tú eres el ave cuyas alas vi

al despertar llamando en plena noche,

sólo con mi braceo, pues tu nombre

es un abismo de mil noches de hondo.

Tú eras la sombra en que dormía en calma,

todo sueño levanta en mi tu germen:

tú eras imagen, pero yo soy marco

que te completa en fúlgido relieve:

¿Cómo nombrarte? Mira arder mis labios.

Tú eres principio que se vierte inmenso:

yo soy el lento y temeroso «Amén»,

que, tímido, concluye tu belleza.

Del reposo a menudo me sacaste,

cuando me era el dormir como un sepulcro,

como perderse y escapar; entonces

me alzaste de las sombras de mi pecho

queriendo alzarme encima de las torres

como pendón bermejo o colgadura.

Tú que hablas del milagro como ciencia

y de los hombres como melodías

y de las rosas, de esos resultados

que se cumplen con fuego en tu mirada;

tú, feliz, ¿cuándo nombras una vez

al que en su día séptimo y final

dejó siempre perdido su fulgor

en tu aleteo?

¿Mandas que pregunte?

Comparte el amor por las letras
Suscribir
Notificar de
guest
0 Comments
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios