Sandro Cohen (1953-2020) Cronista, poeta, narrador y ensayista. Profesor universitario. Nació en Estados Unidos y vino a México a estudiar, se enamoró del país y su cultura. Aquí fundó la Editorial Colibrí donde publicó más de 100 títulos sobre literatura latinoamericana.
Aquí te comparto algunos de sus poemas
Hay amantes que flotan en el aire
Hay amantes que flotan en el aire;
sus pechos líquidos se funden, fluyen
en ríos de caricias desbocados;
hay diáfanos amantes cuyos muslos
transparenten la forma de una lengua
que, todavía lejos, se desquicia
en los dobleces de la ingle oscuros;
hay espaldas tan claras que iluminan
la noche de sus besos incontables;
mas hay besos tan agua que nos vuelven
azules cuando cubren, por completo,
el litoral de nuestra sed saciada;
hay amantes que duermen entre brazos
y, por ellos, el mundo permanece
en sombra, porque el sol, siempre lo esconden
en la calma profunda de su pecho.
Entre las manos y la espalda
Entre las manos y la espalda, entre
los ojos y los labios tensos, entre
la lengua y la espiral que la recibe,
hay una estrella más fugaz que el beso:
la luz que un agujero eclipsa.
Y cuando ya no miro, siento entonces
El fuego que me guardas en los dedos,
El fuego que en tus ojos no veía
Porque busqué tu fuego entre los fuegos
Y no en lo oscuro, donde más alumbra:
En el cielo cerrado entre los cuerpos
Que compartimos en la tierra, breves
Latidos de un amor que no se extingue,
Abierto como el bajo la noche
Que lo envuelve entre estrellas: fuego lento.
Por si lo quieres
Alguna vez me descubrí pensando
—ya sabes que pensar es peligroso—
e imaginé tus labios en mis labios,
tus manos donde siempre las deseo
cuando cierro los ojos y me pongo
a olvidar el desastre que he creado.
Pero es, después de todo, un buen desastre,
esta maraña dulce en la cabeza,
a la cual vuelvo al menor descuido
solo para buscar a aquel que alguna
vez se creyó inmortal, tan bello y joven,
aunque haya sido en sueños y poesía.
La vida es buena, pues me ha dado tanto
que a veces de creerlo soy incapaz.
He sembrado, apuntado unas palabras
que luego olvido, pero engendran hijos
y lo recuerdo todo, con un peso
que resulta difícil de cargar.
E imaginé tus labios en mi cuerpo,
en todas partes de mi cuerpo laso,
en los trazos profundos del desastre
que reúno con celo y con amor.
Después de todo es un desastre bueno.
Y ahora es tuyo también, por si lo quieres.